Gonzalo Duque
Escobar *
Enfrentar
los desafíos que la planeación y el ordenamiento del territorio imponen para
una planificación moderna que obliga a pensar en ciudades amables, verdes y
competitivas, sin guetos urbanos ni zonas de riesgo, con una coherencia social,
ambiental, económica e institucional que garantice la estructuración del
complejo territorio rur-urbano caldense a partir de la construcción de
sinergias culturales y ambientales, surgidas de procesos participativos a nivel
metropolitano en la subregión centro sur, obliga a contemplar el ordenamiento
de la cuenca del río Chinchiná, la ruralidad donde Manizales cuenta con 29 mil
habitantes, el desempleo, las limitantes de conectividad con Villamaría y
Neira, los temas del riesgo como el calentamiento global, la conurbación del
Eje Cafetero como factor de subsistencia y el aprovechamiento de la
declaratoria del Paisaje Cultural Cafetero PCC, entre otros asuntos.
Afortunadamente
los procesos están en curso y las dinámicas se nutren de lecciones aprendidas
de virtuosos líderes de la aldea de bahareque de los albores del siglo XX, que
pese a las enormes dificultades de Aerocafé, a la tortuosa marcha de Tribugá, y
a lo que he llamado “Sueños en el tintero” para referirme al Túnel Cumanday que
en el corazón del triángulo de oro colombiano articularía las cuencas andinas,
y al ferrocarril verde para un corredor logístico de conexión interoceánica
entre Urabá y Tribugá, también nuestra clase política soporta en las alianzas
de integración para el desarrollo de la subregión caldense, con una iniciativa
histórica de las Alcaldías y Concejos Municipales y sus Consejos de Planeación
Territorial que empieza a implementarse con el acompañamiento de nuestro
Gobernador, Diputados y Parlamentarios caldenses.
Para
encontrar puntos de convergencia, posiblemente habrá que pensar que el modelo
urbano centralizado ha fracasado, por lo que deberá pensarse en una conurbación
satelital con núcleos autosuficientes provistos de infraestructura social,
cultural y económica, distribuyendo las oportunidades de conformidad con las
ventajas comparativas de este territorio, buscando crear las condiciones
necesarias que capitalicen sus fortalezas y potencialidades, para no generar
conflictos ni palidecer por las amenazas de la competencia urbana; habrá que echar
mano de la herramienta de Ley más poderosa para la integración, máxime ahora
que el nuevo ordenamiento territorial pasa de la limitada y obsoleta dimensión
municipal de la planeación, a una del orden territorial resultado de la
articulación de los entes territoriales al condicionar los recursos de
inversión del Estado a los impactos regionales.
En
el nuevo escenario, Manizales aportará su potencial económico y oferta de
servicios urbanos como ciudad intermedia; Palestina sumará los beneficios de
Aerocafé como fórmula de la cual depende el bioturismo del PCC en toda la
ecorregión, además de su zona recreacional de suave clima ubicada en
Santágueda; Villamaría además de su natural vocación de dormitorio que no
obligue a las presiones indeseables que avanzan sobre La Aurora, contribuirá
con el invaluable potencial turístico y ambiental de un segmento del Parque
Natural de los Nevados, gracias al contenido paisajístico de los bosques
biodiversos de niebla de la subcuenca del Rio Claro, con sus terrazas de depósitos
vulcanogénicos heredados de una dramática fase explosiva del antiguo Ruiz y sus
fuentes termales; Neira como portal de la ruta de la colonización y su
patrimonial arquitectura del bahareque en que se soporta el PCC, hará lo propio
ofreciendo la posición geoestratégica de las tierras bajas de Planes y El 41,
aptas para una verdadera zona industrial ligada a los corredores férreos y
viales del cañón del Cauca, y sin los riesgos y desubicación de la Zona Franca
Andina y parques industriales de la Quebrada Manizales; y finalmente, la
gloriosa Chinchiná que encarna la herencia cultural del caucano librepensador,
que entrará como epicentro de los beneficios de la conurbación cafetera cuando
se desarrolle Aerocafé e interactuemos como ciudad región con Pereira.
Finalmente,
sí la urgencia de las megalópolis es volverse internacionalmente competitivas y
manejar problemas de escala, y la de los pequeños poblados articularse a un
centro urbano vecino desarrollando una competencia para resolver sus falencias
como ciudad, otra cosa es la urgencia para las ciudades intermedias que de no
conurbase con un centro urbano similar y cercano palidecerán, algunas en medio
de su soledad y otras al sufrir fenómenos de vaciado. Si Medellín es una ciudad
intermedia grande y Pereira y Manizales ciudades intermedias pequeñas, la
suerte de una y otras dependerá de su complementariedad, fruto de acuerdos para
prevenir los efectos de una competencia económica originada en los procesos
metropolitanos. Así la integración del Eje Cafetero que empieza por consolidar
las áreas metropolitanas de sus capitales y obliga a diferenciar competencias
en las funciones urbanas, también será la fórmula para estructurar un eje de
desarrollo en el Occidente Colombiano, vital para Medellín al prevenir los
procesos de vaciado sobre Pereira o Manizales que le impedirían resolver su
soledad en el Occidente Colombiano.
* Profesor
Universidad Nacional de Colombia http://gonzaduque.es.tl [Ref.: La Patria, Manizales, 2012-06-11]
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