Juan Guillermo Vieira[1]
El proceso de descentralización y
el cambio de la Constitución de 1886 por la de 1991 significó un cambio radical
en la forma de concebir los municipios en Colombia. La denominación de entidad
fundamental de la división político - administrativa del país con autonomía
fiscal, política y administrativa tuvo repercusiones inmediatas en la
configuración del sistema político, por una parte los efectos de la elección
local de sus propias autoridades, y por la otra la asunción de nuevas
responsabilidades locales en materia de gestión de políticas públicas, ambas
dinámicas transversalizadas por el conflicto armado y el narcotráfico.
Esta dinámica descentralizadora
genera diversas miradas después de más de 20 años de puesta en marcha, por una
parte podríamos evaluarla a la luz de los objetivos que se trazaron quienes la
impulsaron, o a la luz de los cambios políticos en el marco de la tensión
descentralización – recentralización, entre otras. No obstante hay un aspecto
olvidado, con el que está directamente relacionada, con orígenes remontables a
la Reforma Constitucional de 1968, y revitalizado en el marco de los cambios
normativos impulsados por el Presidente Santos, se trata de la integración
supramunicipal.
Las asociaciones de municipios y
las áreas metropolitanas son las primeras manifestaciones normativas de nuestro
régimen administrativo respecto a la integración supramunicipal, como ya
dijimos incluidas en la reforma constitucional de 1968. Tras 45 años tenemos 6
áreas metropolitanas debidamente reconocidas, y entre estas no todas
funcionando a cabalidad en lo que tiene que ver con su función ambiental o como
autoridad de transporte. En cuanto a asociaciones de municipios los datos no
son claros, estimándose en existencia cerca de 54 según la Federación
Colombiana de Municipios, sin considerar su funcionamiento y eficacia en el
logro de los objetivos que les dieron nacimiento. Algunas cumplen una función
muy importante, otras duran el período de los alcaldes que les dan nacimiento y
otras simplemente nacen muertas. En el eje cafetero existe la
Asociación de Municipios del Paisaje Cultural Cafetero (PCC), creada a mediados
de 2012 y que agrupa 47 municipios, en Caldas la Asociación de Municipios del
Oriente de Caldas, entre otras.
Si bien se habla de que hay un
proceso recentralizador desde el gobierno central, ejemplificado en la reforma
de las regalías, también hay que mencionar que las figuras asociativas han
adquirido una importancia especial con el gobierno de Santos, como estrategias
para articular entidades territoriales en torno a objetivos comunes de
desarrollo y por tanto en la optimización de los recursos públicos.
Desde el Plan de Desarrollo
2010-2014 “Prosperidad para todos” ya se hablaba con énfasis pronunciado de la
necesidad de desarrollar proyectos supramunicipales y supradepartamentales, por
lo que no fue sorpresa que la propuesta presentada por el gobierno de Ley
Orgánica de Ordenamiento Territorial incluyera diversas formas asociativas,
luego incluidas en la definitiva ley 1454 de 2011, que si bien es criticable
por insustancial en varios aspectos, lo mismo que la de régimen municipal, hay
que reconocerle su énfasis en pro de la integración entre entidades
territoriales, al incluir los siguientes esquemas asociativos: las regiones
administrativas y de planificación, las regiones de planeación y gestión, las
asociaciones de departamentos, las áreas metropolitanas, las asociaciones de
distritos especiales, las provincias administrativas y de planificación, y las
asociaciones de municipios, acompañadas de instrumentos que contribuyen a la
realización de esa esperada integración, como los contrato-plan, o los órganos
colegiados de administración y decisión, OCAD, creados por la nueva ley de
regalías.
La ley de regalías crea un
esquema de regionalización interesante aún por evaluar, que ahora sirve de base
para una propuesta recién salida del horno del gobierno respecto a la
descentralización del Departamento Nacional de Planeación, se trata de la creación
de seis regiones, que servirán como base para definir los proyectos a ser
apoyados por regalías y que espera sean presentados por diversas entidades
territoriales, fomentando de nuevo la asociatividad territorial. Antioquia,
Caldas, Quindio y Risaralda constituyen la región eje cafetero, delimitación
que si bien viene de arriba hacia abajo, puede ayudar en el acercamiento de
estas regiones tradicionalmente cafeteras, pero que comparten más que café,
abriendo, por ejemplo desde el punto de vista de Caldas, posibilidades muy
interesantes de interacción con Antioquia, que sin duda tiene mucho que
aportarle, pero que también necesita salir de su introspección. En el mismo
sentido, ojalá también sea un aliciente para seguir pensando en la eco-región
del eje cafetero, y aún más allá en la definición de estrategias territoriales
de desarrollo en el marco de los Contrato-Plan.
Esperamos que este énfasis desde
el gobierno nacional que estratégicamente ha ligado el desembolso de recursos a
la integración regional, supradepartamental y municipal sea debidamente
aprovechado por los gobernantes regionales y locales, y que para el caso
específico de Caldas sirva para impulsar la muy trajinada integración
subregional Centro-Sur, en la que venimos trabajando con la convicción de que
es necesaria, no solo para dar respuesta a las políticas nacionales, sino por
la misma urgencia de pensar conjuntamente el desarrollo de cinco municipios que
comparten un presente que día a día los obliga a trabajar más y más unidos, con
el riesgo de que por no hacerlo el eje económico y poblacional de Caldas quede
aislado de la región y del país.
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